Desde Noruega nada menos nos llega esta producción de terror gamberro y muy, muy gore con clarísimas y nada disimuladas reminiscencias de «Evil Dead» que el director exhibe durante toda la cinta.
No solo en el escenario de la cabaña, o en los comentarios de uno de los cinéfilos protagonistas, sino en escenas de preparación de armamento casero y, sobre todo, en los planos de cámara a lo Sam Raimi cuando los protas van a enfrentarse a la horda de zombies… motosierra en mano. Y hablando de mano, uno de ellos también se corta una, igual que Ash. Más claro el agua.
Está muy claro que hay que saber diferenciar entre lo que a todas luces nos parece un producto de calidad de lo que simplemente nos gusta, dos conceptos que en ocasiones coinciden, pero que en otras no tienen porqué, las películas de zombies tienen estas cosas.
Dejando de lado que los criterios de las personas pueden diferir de forma importante, parece bastante comprensible que lo que me divierte a mí a otros simplemente les puede horrorizar. Este es el caso, ya que debo admitir con cierto sonrojo que me lo pasé bien viendo esta película, de la cual, por otra parte, nunca diría que es buena.
En cuanto al argumento, pese a no ser original en sí mismo, sí que tiene un elemento original. No es más que un grupo de amiguetes que se va a pasar unos días en una cabaña en medio de la nieve. Consciente de que esto es algo mucho más que recurrente en el género, el propio director (y guionista) deja bien claro que lo sabe, cuando dos de los protagonistas hablan sobre la cantidad de películas que empiezan con un grupo de amigos de excursión que se quedan sin cobertura en los móviles. Poco después, entra en escena el personaje explicación, aquí más obvio que en la vida. Entra, suelta su rollo, deja claro de qué va a ir la película, y se muere.
Y a partir de ahí, el sueño de todo demente vicioso como yo.
Porque si la perspectiva de zombies cabrones matando gente ya es suficiente, en esta película, además, está ese elemento original del que hablaba. Y es que… ¡los zombies son nazis de la Segunda Guerra Mundial! Impresionantes escenas de acción y terror, muy muy salpicadas de humor negro además de sangre, dejan muy claras las referencias cinematográficas de las que bebe el director, y que ya citábamos al principio.
Desde luego se trata de un divertimento para fans del gore y de las películas descerebradas de asesinatos de grupos de adolescentes que pasan unas vacaciones alejados de todo, un género que ya se ha convertido en un clásico. En este film la excusa para la orgía de sangre son unos zombis nazis que fueron sacrificados por los habitantes del lugar que vuelven del más allá para vengarse con muy malas artes.
Después de media hora un poco tediosa de presentación de los personajes y un flojo asesinato inicial que supone un engaño al espectador, empieza una retahíla de escenas gore con mucho humor y muchas ganas de pasarse de la raya, con proliferación de intestinos incluida.
Pero que nadie se engañe. La película es bruta, salvaje, sangrienta y muy divertida. No es humor, ni es terror. Es esa otra cosa que tanto nos gusta. Sin duda un perfecto ejemplo de que el cine de zombies siempre puede tener una vuelta más de tuerca si se escoge la llave inglesa adecuada. Aunque en este caso, es una llave noruega.
Resulta difícil asumir las consecuencias de la guerra, pero las grandes películas han explorado los efectos devastadores del combate desde los primeros días del cine.
Los contextos bélicos son un buen caldo de cultivo para hacer grandes películas bélicas. Dentro de este género cabe destacar la presencia de las películas
Este año el festival de cine Fantástico de Sitges ha registrado su record en venta de entradas. Además de realizar una lectura en clave económica