Nos encantan los zombis. Cadáveres andantes que desgarran la carne cruda, incisivos dentados que perforan una vena, sangre que salpica la cámara, gritos guturales que te hacen temblar. Puede que con el paso de los años nos hayamos acostumbrados a que el zombie forme parte de nuestro entretenimiento pero unas buenas imágenes apocalípticas estimulan al animal que todos nosotros tenemos dentro.
Entonces llega YUMMY, la deliciosa ópera prima de Lars Damoiseaux, una película tan grotesca que puede hacerte vomitar literalmente (hay un momento de vómito que me provocó arcadas). Maaike Neuville interpreta a Alison, una protagonista cariñosa y desprevenida, cuya vida ha sido dictada durante mucho tiempo por su madre Sylvia (Annick Christiaens), obsesionada con el botox y dominante. Cuando Alison juega a hacerse una reducción de pecho, en contra de los deseos de su madre, viaja a una clínica de Europa del Este, recomendada por su novio y antiguo estudiante de medicina Michael (Bart Hollanders), para someterse al procedimiento.
Desde su escena inical la película de terror Yummy deja clara sus cartas. Un autobús lleno de adolescentes se detiene junto al vehículo de Alison. Los jóvenes no pueden evitar fijarse en las tetas de Alison. En este momento vemos la «estupenda» premisa de la película. El físico exhuberante de Alison la hace sentir incómoda, en especialmente por sus grandes pechos. Su madre, en cambio, cree que el cuerpo de Alison es un «regalo de Dios». Michael expresa, en varias ocasiones, lo mucho que le gusta el cuerpo de Alison y, sin embargo, apoya lo que ella quiera.
Resulta difícil asumir las consecuencias de la guerra, pero las grandes películas han explorado los efectos devastadores del combate desde los primeros días del cine.
Los contextos bélicos son un buen caldo de cultivo para hacer grandes películas bélicas. Dentro de este género cabe destacar la presencia de las películas
Este año el festival de cine Fantástico de Sitges ha registrado su record en venta de entradas. Además de realizar una lectura en clave económica