En el Montreal de los años 70, Dominic (Felix-Antoine Duval) vive lo que parece una existencia bastante displicente, soñando con encuentros sexuales aleatorios con mujeres atractivas en lavanderías, mientras sigue cuidando de su anciana abuela. Cuando ésta muere, Dominic descubre cartas de su madre, a la que le habían dicho que había muerto hace años. Se dirige al pueblo de Saint-Narcisse para encontrarla. Allí descubre a su madre (Tania Kontoyanni), que creía que Dominic había muerto de niño. Resulta que fue condenada al ostracismo por tomar a una mujer como amante mientras estaba embarazada, le quitaron a su hijo y la hija de su amante lesbiana, Irene (Alexandra Petrachuk), vive ahora con ella como su nueva amante. Pero Alexandra también quiere a Dominic, y parece que entre los monjes del monasterio cercano hay uno que es exactamente igual a Dominic.
Resulta difícil asumir las consecuencias de la guerra, pero las grandes películas han explorado los efectos devastadores del combate desde los primeros días del cine.
Los contextos bélicos son un buen caldo de cultivo para hacer grandes películas bélicas. Dentro de este género cabe destacar la presencia de las películas
Este año el festival de cine Fantástico de Sitges ha registrado su record en venta de entradas. Además de realizar una lectura en clave económica