Kandisha

Crítica de Kandisha

Ya se la conozca como Bloody Mary, La Llorona u Oiwa, la historia fantasmagórica de una mujer que sufre una cruel traición y, por lo tanto, vaga por la Tierra como una entidad vengativa es omnipresente en la mayoría de las culturas. Para su último largometraje, los directores franceses Julien Maury y Alexandre Bustillo recurren al mito de Aicha Kandisha -un djinn marroquí inspirado en la guerrillera real del siglo XIV- que causa estragos en una pequeña ciudad francesa, concretamente en un grupo de amigos adolescentes y sus familias. A pesar de lograr formidables sustos y de los ingeniosos guiños al debut de los cineastas, Inside, en Kandisha persiste un siniestro espectro de torpe compromiso cultural.

En plenas vacaciones de verano, las mejores amigas Amélie (Mathilde La Musse), Bintou (Suzy Bemba) y Morjana (Samarcande Saadi) llenan sus días con impresionantes proyectos de grafitis callejeros y alguna que otra aventura con chicos locales. Después de etiquetar un edificio abandonado, Amélie observa el nombre «Kandisha» pintado con spray detrás de un papel pintado mohoso. Morjana, cuya familia es marroquí, la pone al corriente: «En pocas palabras, es el fantasma de una hermosa mujer que destruye a los hombres». Después de que el trío se ría de la incredulidad de la historia, cada uno se embarca hacia su casa a altas horas de la madrugada con la cuidadosa intención de no despertar a sus padres. En su solitario paseo, Amélie se cruza con un ex novio maltratador que la noquea e intenta violarla. Tras lograr huir milagrosamente, Amélie decide comprobar si la leyenda es cierta. Dibuja un pentagrama con su propia sangre y canta cinco veces el nombre de Aicha Kandisha. A la mañana siguiente, su ex está muerto, pero Kandisha no se da por satisfecha y aprovecha la ocasión para aprovecharse de la nueva selección de hombres franceses de la ciudad.

Kandisha tiene muchas similitudes con Candyman. Una leyenda urbana de los barrios más humidel de Francia al igual que sucedía en Candyman. Esta vez el toque étnico es africano, concretamente de Marruecos. En la misma película juegan varias veces con el leimotiv de la invocación repitiendo las palabras delante del espejo, en clara referencia a Candyman.