«Green Room» supera las expectativas creadas tras la anterior cinta de su director, la estupenda «Blue Ruin». Como en aquel film, aquí la acción (las acciones) no sólo define a los personajes, sino que construye el discurso: lejos de la letanía con la que tantos cineastas contemporáneos afrontan el cine negro y el thriller, mediante una vacua estilización formal que pretende concederle una pátina de qualité y de supuesta seriedad a sus historias.
Lejos también de los personajes que no paran de hablar que se estilan en algunos celebrados productos televisivos de hoy día; apartado también de falsas pistas («red herrings») y de una utilización de la focalización narrativa que toma al espectador como un badulaque (con ridículos circunloquios misteriosos para ralentizar el desarollo de las tramas); en el cine de Saulner tampoco existe la voluntad intertextual ni irónica que satura buena parte del cine contemporáneo.
Personajes en situaciones límite que se ven abocados a la acción, y violencia que genera una espiral de violencia: violencia que duele y que transmite ese dolor al espectador. No hallamos en «Green Room» ninguna fascinación por la crueldad: al contrario que otros directores (considerados «cool» por hacer algo así como macho movies violentas), aquí no se destila ninguna atracción por las armas de fuego; antes al contrario y sin contar mucho de la trama, se genera en el film una especie de discurso (que no es un discurso en voz alta, sino lo que propiamente expresan las imágenes) que viene a denotar la superioridad del ingenio sobre la violencia y las armas: incluso, un alegato sobre la superioridad de la puesta en escena, de la representación y de la música sobre la violencia. Este discurso acompaña al viaje de unos musicos de punk que van a tocar a un local de nazis, aprovecho para sugerioros nuestra lista de mejores película de skinheads y neonzacis.
El momento provocativa que da inicio a ese punto de no retorno fue cuando la banda es capaz de abrir su actuación con una versión del «Nazi Punks Fuck Off» de los Dead Kennedys, pero que no parecían lo suficientemente alertas del peligro que conlleva relativizar la ideologia.
Personajes un tanto inconscientes que se encuentran, de repente, en una especie de mundo paralelo y peligroso, en todo caso conectado con ellos: si cuando vi «Blue Ruin» se me vino a la cabeza un pequeño e interesante film de acción de los 80, «Quiet Cool», en el caso de «Green Room» pensé en un curioso cruce entre cine policíaco y de vampiros de 1987, «Enemy Territory»; no porque la estética se parezca, ni porque Saulner parezca beber de ahí (su film es mucho mejor), sino por la concentración espacial y temporal con la que juega y porque también podríamos encuadrar el largometraje, sin ningùn rubor, en el gènero de las «action movies». Decir que «Green Room» supone una especie de western contemporáneo resultaría un tanto precipitado, pues si bien a primera vista puede haber elementos argumentales que remitan a ese género, la puesta en escena de Jeremy Saulner no sigue los estilemas del cine del Oeste, e incluso tiene más en común con el cine bélico.
Saulner no se detiene a crear imágenes poéticas ni suele remarcar los hechos: el director tiene algo de la naturalidad con la que Siegel en los 70, y luego su pupilo Eastwood, solían afrontar sus películas policíacas (pensemos en el uso frecuente de las panorámicas); con naturalidad no nos referimos, desde luego, a la planificación aleatoria con la que Kathryn Bigelow resuelve sus panfletos («La noche más oscura»). «Green Room» es, también, cine que se posiciona, que no el típico panfleto burgués de izquierdas: la veracidad con la que Saulner se acerca al mundo de los grupos nazis, el detalle con el que nos presenta lugares y personajes, descubre una personalidad de verdad interesada e implicada en lo que cuenta; en este sentido, «Green Room» ofrece una visión mucho más demoledora y visceral de los grupos radicales que la de filmes tan alabados como «American History X».
Y para ello no necesita tratar a los malvados de la pelicula como simples locos o desalmados; generalmente y a pesar de su iniquidad, los personajes son creíbles porque transpiran realidad y no están caricaturizados. Mediante la acción, pero también mediante las miradas entre los chicos, el espectador sabe más de estos que por medio de cualquier diálogo: por ejemplo, comprendemos a la chica Skinhead que se une a los protagonistas y podemos imaginar su mundo, sin necesidad de explicaciones.
1. Green Room se estrenó en el Festival de Cine de Sundance de 2015.
2. La película fue dirigida por Jeremy Saulnier, quien también dirigió Blue Ruin.
3. Green Room fue protagonizada por Anton Yelchin, Imogen Poots y Alia Shawkat.
4. La película fue producida por Neil Kopp, Victor Moyers y Anish Savjani.
5. Green Room fue rodada en Oregon, Estados Unidos.
6. La película fue editada por Julia Bloch.
7. Green Room fue mezclada por Tyler Bates.
8. La película fue masterizada por Josephine Eckenrode.
9. La película fue distribuida por A24.
10. Green Room fue lanzada en cines el 15 de abril de 2016.
11. El director, Jeremy Saulnier, también es músico y tocó el bajo en una banda de punk rock llamada Wrong Answer.
12. El elenco de la película incluye a Anton Yelchin, Imogen Poots, Alia Shawkat, Joe Cole y Callum Turner.
13. La película fue rodada en Portland, Oregon.
14. Green Room fue nominada a mejor película de terror en los Premios Saturn.
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