«Es muy difícil hacer un slasher hoy en día. La sobrexplotación del subgénero ha conseguido saturar una escena en la que destacar, saliendo del típico argumento de jovenzuelos destrozados por un salvaje traumatizado, sea prácticamente imposible. Muchos aficionados dicen que en el slasher ya está dicho todo….mejor quedémonos en que casi todo está dicho. En 2006 un joven y prometedor realizador francés llamado Alexandre Aja, logra arrancar del espectador un desánimo y cansancio que revitalizó las ganas de practicar este noble subgénero y darle una dimensión que no alcanzaba de sus orígenes, allá a principios de los años 80, cuando las películas reconocidas para el gran público como La noche de Halloween (Halloween, 1978) y Viernes 13 (Friday the 13th, 1980) sentaron las bases de una filmografía cuyo denominador común sería el de un asesino que, blandiendo armas blancas, la tomaría con un grupo de personas –generalmente adolescentes- en un entorno concreto –un camping, una casa abandonada, una isla, etc. A pesar de los intentos de cineastas americanos (Scream, 1996) y europeos –e incluso patrios, School Killer, 2001- para llevar a las pantallas un slasher renovado y de calidad, es en el año 2004 cuando Aja dirige la película Alta Tensíon (Haute Tension, 2004).»
«Dos amigas, Marie (Cecile DeFrance) y Alex (Maiwem LeBesco) van a pasar un fin de semana a la casa de campo de los padres de una de ellas. Un asesino despiadado (Philippe Nahon), aparece en la casa y masacra a todos excepto a Alex y Marie. Ésta primera es secuestrada por el asesino y la segunda, lesbiana enamorada secretamente de la anterior, hará lo imposible por rescatarla al ritmo de la canción New Born de Muse, que suena en una de las escenas más vibrantes.»
«Alta Tensión es una película con giro inesperado –sin ánimo de descubrir más detalles del argumento- que, en sus dos primeros actos, expone con generosas dosis de detalle y gore el modus operandis del asesino, de rostro nunca visto pero siempre atisbado. Éste, avezado depredador humano tiene un aspecto sucio y depravado, y cuenta con una furgoneta blindada para encerrar a las víctimas, objeto de sus deseos más libidinosos, como así lo demuestra la escena en la que finge que la cabeza cortada de una mujer le hace una felación, y después la arroja a la cuneta para buscar una nueva compañera de juegos. Este personaje queda muy correctamente interpretado por Philippe Nahon, quien le imprime unas dosis de crueldad que se reflejan en las tímidas pero expresivas facciones de su rostro casi oculto.»
«Casi todo el film transcurre de noche, un problema bastante serio para el director de fotografía, sobre el que cae la responsabilidad de iluminar cada uno de los planos al objeto de que el espectador pueda contemplar la acción de una forma clara y dinámica. Huyendo de iluminaciones excesivas, como la vista en la secuencia del bosque de Let The Right One in (2008). Para que la acción no pierda credibilidad, cada una de las luces utilizadas guarda una razón de ser, con tan buena fortuna que en todo momento se nos permite contemplar con detalle lo que está ocurriendo sin sacrificar la angustia que produce la oscuridad. Quizás la escena más diáfana en este aspecto sea la que tiene lugar en el invernadero, donde se produce la lucha sin cuartel entre Marie y el asesino, y en la que ella usa una improvisada cachiporra con alambre de espino.»
«Tras el baño de sangre del segundo acto, el tercero y más breve nos ofrece un esquizofrénico giro, totalmente inesperado que convierte este slasher en un deudor de las cintas más psycho, metiéndonos de repente en un terreno para el que el aficionado que está visionando la cinta no está en absoluto preparado, pues en la pantalla se ha derramado tanta sangre que esperamos un apoteósico final donde el orden destruido vuelva a restaurarse, aún a costa de los inocentes que ya han sido martirizados. No nos equivocamos al esperar ese apoteósico final que llega, sobre todo, con el asesinato ejecutado con una máquina radial –sin duda uno de los más impresionantes vistos en el slasher- pero con una conclusión que dará verdadero sentido a todo lo que estamos viendo e imprimiendo una nueva dimensión a la historia, alejándose así de los convencionalismos del género, especialmente de los manidos argumentos de las películas norteamericanas.»
«Durante estos años el cine francés de género ha experimentado un auge merecido y proporcionado al extraordinario talento de los creadores involucrados en él. Así, el propio Alexandre Aja es reclamado por Hollywood para llevar a cabo el remake de Las Colinas tienen ojos (The hills have eyes, 2006) con un resultado brillante -y superior al original de Wes Craven-, y sus discípulos comienzan a florecer como hongos al otro lado de los Pirineos, destacando la brutal película A l´interieur (2007) de Alexandre Bustillo y Julien Maury la cual me temo que no existiría de no ser por la brecha abierta por Aja. Muchos aficionados consideraron a Alta Tensión como una película engañosa, y sí lo es. Al público no le gusta que le durante una hora y cuarto le lleven por un camino asfaltado y sin límite de velocidad para, de repente, encontrarse con una estrecha senda llena de espinosos porqués, pero hemos de recordar que el cine de terror no está aquí para complacernos si no para asustarnos, para reclamar la salida al exterior de nuestros miedos atávicos: el caos, la posesión, el sadismo, la esquizofrenia…y con varias películas de género ya a sus espaldas Aja sabe como nadie, lo que quiere el público, pero también lo que necesita. «
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